viernes, 28 de junio de 2019

LA ALIMENTACION DEL SIGLO XXI

En los últimos años, hemos adquirido una dieta elevada en proteína, sobre todo animal, alta en grasas y rica en azúcar dejando de lado la esencia de nuestra cultura alimentariaResultado de imagen para habitos alimenticios en el siglo xxi
Si miramos atrás y comparamos la alimentación de nuestros padres o abuelos, con nuestra alimentación en la actualidad, veremos que cada vez perdemos más la esencia de nuestra cultura alimentaria, también conocida como dieta mediterránea.
El consumo de pescado, frutos secos, verduras y frutas al igual que sentarnos en familia para poder comer es cada vez más inusual.
La alimentación a mediados del siglo pasado se caracterizaba por un alto consumo de vegetales con una aportación de proteína vegetal que procedía del consumo de legumbres y frutos secos. Tenía un elevado porcentaje de hidratos de carbono complejos, debido al consumo de patata y arroz. Era una alimentación bastante escasa en proteína animal y se podría afirmar que era muy monótona pero rica en fibra.
La población actual es más propensa a padecer enfermedades como la obesidad
En cambio, la alimentación de este siglo es elevada en proteína, sobre todo animal, alta en grasas y rica en azúcar. En este caso, tenemos la fortuna de tener una dieta muy variada pero muy baja en fibra.
Observando la evolución de nuestras dietas, podemos afirmar que han sufrido un cambio importante pero a su vez negativo. Y debido a estas modificaciones, nuestra población es más propensa a padecer enfermedades como la obesidad, la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes, etc.
Cada vez es más habitual consumir alimentos preparados o precocinados, ya sea por el escaso tiempo que tenemos para dedicarlo a los fogones, o bien, por la limitada práctica de cocinar. Estos malos hábitos también están pasando factura a nuestros hijos.
Si nos paramos a reflexionar tan solo un momento y comparamos la alimentación de nuestros hijos con nuestra alimentación a su misma edad, podemos encontrar muchísimos cambios y únicamente han pasado un par o tres de décadas.
Hábitos incorrectos
Empezando desde muy pequeños: antes, lo más habitual era la lactancia materna; ahora, lo es alimentar al neonato a partir de una alimentación artificial.
Durante los primeros años de vida, nuestra alimentación se basaba en consumir los mismos sustentos que ingerían el resto de nuestros familiares, preparados casi siempre por nuestra madre quien se encargaba de nuestro cuidado. Los desayunos eran sanos, a base de tostadas, algún cereal y, de manera puntual, alguna bollería industrial o casera
La alimentación de los niños se basa en comida precocinada, poca fruta y verdura
Tanto en el recreo como en las meriendas reinaba el conocido bocadillo. Y algún día puntual tocaba algún bollo o refresco.
Sin embargo, hoy la alimentación de los más pequeños se basa en consumir con mucha frecuencia algún alimento precocinado, rico en azúcares o bien en grasas. Como ahora es mucho más frecuente el consumo de bollería industrial, el día en que se consume algo diferente es comida rápida.
Lo peor de todo es que estamos habituando a los más jóvenes a una alimentación desequilibrada, donde la fruta y la verdura son cada vez más escasas y gana más importancia todos aquellos alimentos y cocciones que se deberían consumir de manera moderada y puntual. Todo ello provoca que estos niños pasen a ser adultos con sobrepeso u obesidad debido a los incorrectos hábitos que se les están enseñando.
Nuestros hijos son el reflejo de nosotros mismos y la mejor manera de enseñarles a realizar una dieta saludable es que aprendan de nuestro ejemplo.

como mejorar estos habitos?
se pueden resumir en 10 acciones para llevar una alimentacion buena, de calidad y que prolongue nuestra esperanza de vida
1. Controlar las porciones. Cada organismo tiene diferente requerimiento de calorías, por lo que es de suma importancia consumir las porciones adaptadas a las características de cada persona.
2. Consumir Frutas y Vegetales. Debemos incluir en nuestra dieta al menos 5 porciones de frutas y vegetales, ya que son alimentos ricos en fibra, vitaminas y antioxidantes, reduciendo así el riesgo de padecer enfermedades.
3. Distribuir adecuadamente las comidas diarias. El cuerpo consume energía todo el día, por lo que se le debe suministrar nutrientes de forma regular. Lo ideal es hacer unas 5 comidas al día (desayuno, merienda, almuerzo, merienda y cena).
4. Tomar Agua. El agua es vital para mantener una buena hidratación del organismo. La cantidad que se debe consumir varía en función del nivel de actividad, temperatura, complexión, entre otros factores; pero aproximadamente dos litros de agua es el mínimo necesario para mantener una adecuada hidratación.
5. Comer despacio y masticar bien los alimentos. Además de que podremos saborear más las comidas, tendremos una mejor digestión y ayudará a saciarnos más rápido, con menor cantidad de comida.
6. Evitar el consumo de comida chatarra. A pesar de tener un buen sabor, NO aportan la calidad de nutrientes necesarios para una buena salud, e incrementan el riesgo de padecer diabetes, obesidad, enfermedades cardiovasculares, etc.
7. Tomar alimentos ricos en fibra. Para ayudar a regular la función intestinal, mejorar los niveles de colesterol, ayudar a controlar el peso, entre otras.
8. No picar entre comidas. Picar entre comidas parece inofensivo pero, NO es conveniente ni para mantener el peso, ni para una buena nutrición.
9. No abusar de los alimentos fritos y embutidos. Contienen alto contenido en grasas saturadas, lo que puede contribuir a un incremento de los niveles del colesterol malo.
10. Consumir pescados al menos 2 veces por semana. Se recomienda el consumo, en especial del pescado azul (sardinas, salmón, tuna, etc.),porque aportan proteínas de alta calidad nutricional, vitaminas D, minerales y Omega-3, un tipo de grasa que tiene efecto protector a nivel cardiovascular.

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